A veces me pregunto qué sentido tiene cazar con perro de muestra, cuando lo último que hacemos, es respetar el trabajo del propio perro…
¿Para qué lo llevamos entonces?
¿Por qué sales a cazar con perro de muestra?
El fin de semana pasado la lluvia me encerró en casa y en lugar de recurrir a la biblioteca, como suelo hacer en estos casos, me dio por encender la “caja tonta” y hacerme un maratón de reportajes en Caza y Pesca TV.
Algo de pesca, un documental espectacular de caza del corzo con Águila Real, alguna que otra montería y creo que casi todos los reportajes de codorniz que encontré, supongo que por aquello de alimentar el ansia de Media Veda que ya ha empezando a robarme el sueño por las noches.
Estos últimos y en particular uno de ellos, que tenía como protagonista a una cazadora del norte, me llevaron a hacerme la pregunta con la que he iniciado el post: ¿Qué sentido tiene cazar con perro de muestra cuando lo último que hacemos es respetar su muestra?.
Para ponerte en contexto, creo recordar que el reportaje estaba grabado en Burgos y como digo, lo protagonizaba una cazadora acompañada de un setter blanco y negro.
Sin entrar a valorar el estado de nervios que transmitía la compañera, que no viene al caso, no recuerdo más de uno o dos lances en que el perro bloquease la codorniz y sin embargo, la percha final abultaba bastante, seguramente más allá de la docena de pájaros.
Cobrar, sin embargo, si que cobraba… Cuando se enteraba, claro.

No es cuestión de ética, sino de cazar con perro de muestra
Dando por hecho que se tratase de codornices salvajes, lo cierto es que había bastante densidad, de modo que unas cuantas «se levantaron a zapatón», otras volaban antes de llegar el perro y alguna, sencillamente, pasaba por allí, pero todas recibieron atención de la escopeta.
Después las recuperaba ella misma con la mano o bien el perro, si es que le había cogido cerca y la había visto volar.
¿Qué atractivo tiene este escenario cuando salimos a cazar con perro de muestra?.
Y no es cuestión de ética, nobleza o deportividad, que también, aunque supongo que es perfectamente lícito darle fuego a todo lo que se mueve, como mínimo legal y sin embargo, ¿Qué papel juega el perro? ¿Para qué le llevamos? ¿No tiene más sentido acompañarnos de un levantador y santas pascuas?
Por otro lado, si me diese por escribir un post con las razones principales que nos llevan a estropear un buen perro de muestra, sin duda, esta sería la primera.

Cazar con perro de muestra es otra cosa
Como dicen algunos, siempre y cuando sea legal, podemos hacer lo que nos plazca y seguramente tengan parte de razón, pero considero que cazar con perro de muestra es otra cosa.
Al menos en mí caso, los alicientes se deducen del propio trabajo de mis setters, de esa ardua tarea de buscar, localizar y bloquear una codorniz, “esa fotaza” con tres perros a patrón, una guía de 50 metros siguiendo la emanación del pájaro, el cómo resuelven la complejidad de esa codorniz que se empeña y se niega en mostrar su vuelo…
Pura tensión y adrenalina generada por el talento y capacidad que atesora el setter, el pointer, el braco, el bretón y en general, cualquier raza de muestra con la que compartamos nuestras jornadas venatorias.
Algo totalmente distinto de lo que ocurre cuando nos bota un pájaro de los pies, le cascamos dos cartuchos, lo recogemos del suelo y lo metemos al morral…
¿Exactamente, qué nos reporta esto último?.

El “cómo” antes que el “cuánto”…
Cierto es que muchos habrán aplaudido el reportaje en cuestión, a mí sin embargo, no solo no me dice nada, sino que incluso me genera cierta tristeza.
Hace ya unos cuantos meses, “me preguntaba” un compañero en RR.SS cómo se razonaban esas diferencias en la percha entre unos cazadores y otros, especialmente, en temporadas erráticas como la pasada (Si lo estás leyendo Jose, te debo un vídeo…
Claro que hay muchos factores que intervienen en los resultados, por supuesto, pero en realidad la pregunta tenía “trampa” y la respuesta es consabida por todos.
Cuando prestas atención al «cómo las has cazado», en lugar de al «cuántas has cazado», los números y por lo tanto la txorta, siempre va a ser más reducida, porque únicamente vas a servir aquellos lances que verdaderamente han surgido de la tenacidad y el talento del perro.
Qué duda cabe que a partir del «cuántas», disfrutaremos muchísimo en el bar y probablemente en Facebook, compartiendo la hazaña y recogiendo los halagos a nuestro “buen hacer” como cazadores.
Pero preocupándonos del “cómo”, el disfrute lo alcanzaremos en el campo y con nuestros perros.